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En 1923 Don Juan Paladini se radicó con su familia en la localidad de Villa Diego, Santa Fe, para comenzar a elaborar productos inspirados en recetas de su querida Italia: chorizos, salames y bondiolas que, décadas después, fueron sumando varios fiambres y chacinados más.

En la actualidad Paladini, con la cuarta generación de la familia dirigiendo la empresa, es una corporación alimentaria de alcance transnacional.

La historia de la empresa –como todo emprendimiento que prosperó– es emocionante. Pero también lo es el camino que emprendió uno de sus integrantes, Gastón Paladini, quien, si bien integra el directorio de la empresa familiar, decidió hacer su propio camino al cofundar y dirigir una empresa de “agricultura molecular” que acaba de anunciar un hito por demás importante y que, increíblemente, se relaciona con sus propios orígenes.

La empresa en cuestión, Moolec Science, con sede en Luxemburgo, acaba de anunciar que logró diseñar una planta de soja que logró expresar proteínas equivalentes a las porcinas en las semillas obtenidas.

La empresa informó que proteína animal alcanzó un alto nivel de expresión de hasta el 26,6% de la proteína soluble total en las semillas de soja transgénicas. La cifra es impresionante porque, por ejemplo, el nivel promedio de tenor proteico de la soja argentina, según evaluaciones realizadas por INTA Marcos Juárez, fue del 37,0% en la última campaña.

El resultado de la soja modificada genéticamente por Moolec se puede observarse directamente por el particular color de la soja desarrollada por Moolec, que es en su interior rosada al igual que la carne porcina. La empresa bautizó el evento patentado como “Piggy Sooy”.

“Piggy Sooy representa una prueba tangible y visual de que la tecnología de Moolec tiene la capacidad de lograr rendimientos significativos en las plantas para producir proteínas cárnicas”, señaló Paladini por medio de un comunicado.

“Con este logro innovador, Moolec consolida su posición como desarrollador y pionero en agricultura molecular para la industria alimentaria. Nuestro equipo de biología vegetal está escribiendo la historia de la ciencia en los alimentos y no podría estar más orgulloso de ellos”, añadió.

¿Para qué sintetizar una proteína animal en una planta? Veamos. Actualmente los denominados “alimentos en base a plantas” se elaboran con una gran cantidad de insumos que hacen de los mismos un producto por demás artificial (por más que en muchos casos pretendan venderse como “naturales”).

Las “hamburguesas vegetales”, por ejemplo, suelen estar elaboradas con proteína aislada de arveja, garbanzo y/o arroz; aceites vegetales; fibras de bambú o de papa, entre otras fuentes; espinaca en polvo, metilcelulosa; aromatizantes y saborizantes.

El propósito de “Piggy Sooy” es que, una vez elaborada a escala, puedan sintetizarse proteínas cárnicas de un fuente vegetal para elaborar “alimentos en base a plantas” con pocos ingredientes y gran parte de los nutrientes esenciales presentes en las carnes (en este caso de cerdo).

La empresa tiene en carpeta otros desarrollos para emplear a las plantas como biorreactores de productos de origen animal, de manera tal de crear una industria de especialidades agrícolas bajo contrato que puedan satisfacer diferentes demandas.

No se trata, en realidad, de una novedad, porque eso ya lo hizo algunos años atrás Indear, una empresa creada por Bioceres en alianza con el Conicet, que logró diseñar plantas de cártamo que expresan quimosina, una enzima naturalmente presente en estómagos de rumiantes que es usualmente elaborada con bacterias recombinantes (modificadas genéticamente) y que se emplea para la elaboración de quesos. Ese producto (Chymosin SPC) ahora forma parte de la cartera de Moolec.

Moolec surgió a partir de una escisión de Bioceres Group, corporación biotecnológica que controla a la empresa junto con Union Group Ventures Limited, una compañía con sede en las Islas Vírgenes Británicas.

Vía: Bichos de campo


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