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En la mitología griega, Panacea (en griego antiguo Πανάκεια Panákeia, ‘que todo lo cura’), fue una diosa de la salud. Esto trajo aparejado el concepto de panacea en medicina, una sustancia para curar todas las enfermedades. El término también se utiliza en sentido figurado como algo destinado a resolver por completo un gran y multifacético problema.

En la mayoría de las ocasiones que un integrante de empresa familiar decide consultar con un especialista elige plantear “alguna de las dificultades”, que viene detectando hace tiempo en el diario vivir de su empresa y describe:

“los hijos de mi hermana son unos incompetentes”; “mi padre piensa que administrar la empresa es como cuando él empezó, todo escrito con lápiz en un cuadernito”; “los jóvenes de ahora no saben lo que es el esfuerzo, ¿a quién le voy a dejar todo esto que construí?”; “estamos con algunos problemitas de comunicación”; y muchas más frases del estilo.

Acto seguido, el pedido concreto: “Ud. ¿podrá ayudarnos?, tendríamos que escribir un protocolo familiar”. La idea de la “cura de todos los males” sigue vigente, pero, ¿es esto así?

No es la tangibilidad del protocolo familiar, “un documento firmado por quienes ostentan la propiedad de la empresa”, la que deja resuelta la potencial continuidad de la/s empresa/s en manos de una familia. No es su aspecto legal-ordenado-formal-normativo el que da respuesta a las preguntas que motivaron la consulta.

En principio, un diagnóstico de esa empresa familiar abordará aspectos tanto de la EMPRESA, como de la FAMILIA y la PROPIEDAD, con una mirada multidisciplinaria del profesional que los asista. Y, tan solo si el resultado de este primer paso devuelve un grado de viabilidad suficiente, será posible emprender el proceso de otorgar a dicha familia una herramienta más para la enorme responsabilidad de traspasar el patrimonio familiar construido desde la fundación, que incluye el capital socio-cultural, humano-intelectual y económico-financiero. Es decir, recién allí comienza lo que verdaderamente define y es el protocolo o acuerdo de una familia empresaria:

un proceso de participación y reflexión conjunta entre los miembros de la familia sobre normas de convivencia y actuación en relación a la empresa, para definir objetivos y cómo gobernarse internamente entre las distintas ramas familiares, con la finalidad de garantizar la continuidad futura de la empresa y su cohesión familiar.

PROCESO que concluye con la firma de este documento tan dinámico, como la vida misma de la empresa familiar.

Silvia Marcela Batista. Consultora en Empresas de Familia. Socia Fundadora de Batista, Duprat & Asociados.


Silvia Batista

Socia fundadora I Consultora de empresas familiares. silvia@batistaduprat.com.ar